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Posted by admin_jul in Forma de vida, Gastronomía, recuerdos, Tiempo libre, viajes

Quiero bailar la salsa…

Cuba es uno de esos países del Caribe que, si tienes oportunidad, no puedes dejar de visitar.

La Habana es primera parada imprescindible.

El Malecón siempre concurrido, la Habana Vieja, con ese encanto decadente, la luz inmensa, la amabilidad de la gente, el olor dulzón inconfundible a gasolina, comida y daiquiri, los colores, la música en cada esquina, son sensaciones que nunca vas a olvidar.

Mi recomendación para alojarse en la Habana un hotel con historia, sin duda El Nacional, otra opción el Hotel Habana Libre, antiguo Hilton en los años 50, conserva ese glamour desgastado de un pasado esplendoroso, venido a menos.

Si no eres muy exigente y te alojas en una de las plantas altas, a cambio de algún desconchón en la pared o un grifo que gotea y la aventura que supone coger el ascensor, puedes disfrutar de las mejores vistas de la Habana.

Una excursión que merece la pena son las Playas del Este, a pocos kilómetros de la Habana. Puedes llegar en uno de los autobuses turísticos y pasar el día. Allí conocimos a Rosario que a sus 80 años vendía mangos y piñas en la playa a pleno sol.

Disfrutar de una cerveza local o probar en alguno de los chiringuitos una especialidad de la cocina cubana, darte un largo baño y escuchar a uno de los grupos que tocan música en vivo son muchas de las cosas que allí vas a encontrar.

Las playas son estupendas y la gente muy amable. Es una escapada que merece la pena y permite pasar las horas de más calor en un entorno más relajado.

Nuestro segundo destino fue Varadero. Días  tranquilos de gastronomía, descanso, sol, deporte, lectura y playa, pero no sé si fue la elección más acertada, probablemente no repetiría.

El atardecer desde la casa Dupont, al final de la playa, saboreando un ron añejo, es impresionante.

Nos queda, ya para otro viaje, que sin duda haremos, alguna ciudad pequeña como Trinidad o Cienfuegos y de playa quizás Cayo Coco.

El clima, la luz, la cercanía de la gente, la gastronomía, esa necesidad aderezada con alegría, la música, la belleza de la naturaleza y el esplendor vetusto y desgastado de la capital hacen de Cuba uno de los lugares donde siempre querrás volver.

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